Una niña de aproximadamente nueve años está al cuidado de un hermano de cinco y una hermana de dos. Eran otros tiempos, año 1963, zona rural, a mas de media hora de cualquier centro de salud. Su madre está plantando millo (maíz) en las tierras de una vecina. Es una costumbre de supervivencia: todos los vecinos se reúnen y plantan la tierra de uno de ellos, y después la de otro.
La niña suele jugar con un primo mayor que ella, le dice algo que a él le molesta mucho y suelen acabar en pelea. Ese día el niño comienza a tirarle piedras y ella se esconde en una cocina techada con planchas. Entra una piedra pequeña entre las planchas y rebota en varias paredes, yendo a parar en la cabeza de la niña, para más señas en la región parietal derecha. Enseguida comienza a sangrar y ella sale corriendo a casa de las vecinas, dado que su madre no está, dejando sólo a sus hermanos. Una vecina trata de pararle la sangre durante un buen rato sin éxito. Finalmente consiguen pararlo con sal, no sé si ese método es realmente bueno, o que simplemente la sangre ya paró… Durante todo el proceso la niña no para de repetir: «tengo que irme, los niños están solos»
La madre mientras siente que algo va mal en casa y se marcha. Por supuesto en aquella época no existía teléfono móvil, así que recibió la sensación en su cuerpo… una de esas cosas inexplicables. Al llegar encuentra a los niños solos y después ya a su hija… Todo quedó en un «simple susto».
Sesenta años más tarde la nieta de esta niña, con nueve años está jugando en el patio de su cole. Ella hace el papel de «bruja mala» y otro niño (amigo de ella) tiene el papel de darle con una bomba (una pelota). El niño tiene aproximadamente dos años menos. Ella está al lado de una farola y la pelota impacta con la farola. La parte superior de la farola no está bien sujeta y cae en la cabeza de la niña. Le hace una herida de aproximadamente cinco milímetros, en la región parietal derecha (cuando abuela y nieta hablan tocan la misma zona exacta de la cabeza), que comienza a sangrar con intensidad. La madre está cerca y la niña abraza a su madre, que la ayuda a calmarse. Le hace un pequeño masaje de reflexoterapia poda y la sangre para. Después la lleva al centro de salud y la situación se salda con dos puntos que serán quitados en diez días.
Puede parecer una película, pero es lo que viví con mi hija el viernes pasado. Me he dedicado a encontrar las diferencias, ya que lo igual estaba bastante visible. Me pregunto si el árbol genealógico es realmente tan importante como parece, y si está lo suficientemente estudiado…
Teresa García.