Esa es una frase que muy a menudo escuché siendo pequeñita. «Callate que estoy hablando yo». Tenía algunas variantes como «cuando los adultos hablan, los niños se callan». Y otra más «cuando yo digo algo tú te callas». Esta última era referida a que el adulto estaba diciendo una mentira de tamaño de catedral y el niño le desmentía. Claro que luego cuando el niño decía la mentira era castigado porque no se debe mentir.
Pensé que cuando fuera creciendo, eso cambiaría, pero no cambió. Aún hoy sigo escuchando a padres decir la «dichosa frasesita» a niños. Creyendo que no están haciendo ningún mal. Pero analicemos esto más profundamente…
Estamos dos adultos hablando. En esto que aparece un tercero, adulto también, y nos interrumpe. Y sigue con su conversación. Incluso cambiamos de tema. Peeero no pasa nada. El tercer adulto queda completamente integrado y todos contentos.
Ahora bien estamos dos adultos hablando. Se acerca un niño. En muchas ocasiones hijo de alguno de los adultos que está hablando. Interrumpe porque quiere contarnos algo de suma importancia para el niño. Y nosotros le decimos, sin prestar atención… «cállate, estoy hablando yo», o la otra «cuando los adultos hablan los niños callan».
Para nosotros sólo ha sido un «quiero seguir hablando tranquilo». Pero para el niño ha sido… «lo que yo hago no les interesa».
Eso repetido en muchas ocasiones puede derivar en que el niño ya no quiera contarle cosas a sus padres. Incluso puede derivar en una bajada de autoestima. «yo no soy importante». Porque los niños ven que si otro adulto interrumpe no pasa nada. Y que incluso se le presta atención al que acaba de interrumpir. Pero al niño se le obliga a callar.
Esta es mi reflexión de hoy…